Muchas personas no dan a la vida sentimental la importancia que realmente tiene. Para ellos los sentimientos son algo que se puede arrinconar o de cuya influencia se puede prenscindir. Lo que cuenta es el pensamieto y la accion, la inteligencia y la voluntad. El sentimiento es la reacción que provoca el ambiente. ¿ No será un signo de debilidad...?
Sin embargo, cada día resulta más evidente, la influencia de la vida afectiva sobre los móviles de la voluntad. Las resoluciones son motivadas por cargas afectivas y estados de ánimo favorables o adversos. En el momento de la acción pesa más el sentimiento que el razonamiento.
Una simple noticia leída en los periódicos, una caída violenta de las cotizaciones en Bolsa, por ejemplo, es suficiente para poner de mal humor a cierta persona. Aquel día todo lo ve negro y sus razonamientos quedarán influidos por un pesimismo exagerado. Se niega a existir a una fiesta importante porque se cree arruinado. Intetan convencerle de que la baja no es tan acentuada como supone y que estos vaivenes son normales en la Bolsa, pero las palabras solo sirven para aumentar su malestar. Su inteligencia se halla como eclipsada, trabaja con torpeza porque su espíritu está sumergido en una niebla sentimental, más fuerte que su voluntad. A medida que transcurre el día, aumenta su mal humor, le duele la cabeza, se cree un hombre acabado...hasta que le telefonea un amigo y le asegura que todo ha sido una maniobra y le aconseja determinada compra, porque mañana la bolsa volverá a subir. Nuestro hombre se siente feliz y propone a su familia ir a cenar a un buen restaurante.
La característica de la vida sentimental es la subjetividad. Los fenómenos afectivos ocurren dentro de nosotros mismos.
He aquí los tres campos de la actividad psíquica:
Conocimiento: El mundo exterior viene a nosotros.
Tendencia: Nosotros vamos hacia el mundo exterior.
Afectividad: Algo ocurre en nuestro interior.
Es cierto que los estados afectivos exagerados arrastran por inercia y hay que dar tiempo a que se calme el espíritu y las aguas desbordadas vuelvan a su cauce.